Powered By Blogger

sábado, 23 de febrero de 2013

QUEDATE AHI !




Recuerdo que cuando tenía 7 u ocho años fui invitado junto a mi hermana Berty al cumpleaños de uno de mis primos, hijo del Tío Julio, quienes vivían en el sector mas elegante de la ciudad: el barrio Jardín, Mamá no quería  que asistiéramos pero ante la insistencia de Papá nos vistió con lo mejor para la ocasión: Yo llevaba una camisa rojo intenso y un pantalón azul cielo, No recuerdo la ropa que lucía mi hermana que debía tener algo mas de 5 años.

Cuando llegamos una inseguridad difícil de explicar se apoderó de mi; La casa, los amigos de mis primos y ellos mismos  amables y atentos y al mismo tiempo conscientes de nuestra fragilidad; rápidamente me abrí paso con mi hermana tomada de la mano  y con una sonrisa nerviosa que dejaba en evidencia la fuga de algunos incisivos, nos refugiamos en la habitación mas distante, caminaba pegado a las paredes, indefenso, vulnerable, el instinto me advertía que allí estaría a salvo.

La pobreza actúa como una poderosa fuerza gravitacional que te impide elevar la autoestima, también te hace extremadamente sensible a la intimidación. 

Recuerdos como estos fortalecen la decisión de no claudicar en mi propósito, Cuando escuchaba  voces externas, gritar "Debemos irnos, no puedes hacer nada por ellos; vamos, tus hijos te necesitan" nunca me asaltó la duda, sabía  como proceder, No! nunca los abandonaré, incluso cuando la decepción y el desengaño parecían abatirme, no claudiqué. "Quédate ahí" le gritó un padre a su hijo que de rodillas esperaba la salida al ruedo de un intimidante toro, el muchacho lo miraba lleno de angustia. "Quédate ahí" le repitió.

Pues bien, allí me quedé, sabía que no me alcanzarían las fuerzas para llevarlos a puerto, pero nada me dolía mas que la idea de abandonarlos a su suerte. Durante mucho tiempo, había logrado evadir milagrosamente  todo tipo de peligros y superar grandes dificultades, pero hace poco menos de cuatro años recibí un impacto de lleno, lo sentí en todas partes, en el alma, en mi cuerpo, en mi casi indestructible voluntad; abandoné la esfera de la realidad, caminé sin rumbo en la oscuridad perdiendo la noción del tiempo; todo era confuso, extraño; pero en medio del desconcierto, sentía mis brazos fuertes, y mis manos vigorosas y entre ellas, estaban ellos, me miraban a los ojos con angustia, pero solo percibieron valor, coraje, lealtad y una firme decisión de ir hasta el final. Nunca permití que vieran la real dimensión de mi debilidad. En ese difícil momento  un individuo extraño, perteneciente a otras latitudes se me acercó, me miró a los ojos  y sin pronunciar palabra me ayudó a llevarlos a un sitio mas seguro: "ahora todo depende de ellos" me dijo luego con discreción.

Poco a poco, con una increíble paciencia que no sabia donde ocultaba, fui recuperando  mis facultades, reincorporándome a la realidad, tomando las precauciones pertinentes para continuar la persecución de mi sueño, sigo avanzando, el camino es extremadamente largo, tal vez demasiado, la herida sigue abierta y cuando el dolor aparece, también lo hace la resiliencia, ayudada por el conocimiento y la certeza de que al igual que la temporada de tormentas en el caribe, es una catarsis necesaria en el ciclo vital, llevando en el aire guijarros y despojos, pero sembrando a la vez semillas de esperanza.