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miércoles, 19 de abril de 2017

EL ARTE DE LA GUERRA

Es poco esperanzador el que este tratado siga vigente luego de 2500 años y persista como libro de consulta de militares, estrategas e incluso profesionales que nada tiene que ver con la guerra física. Nos lleva a pensar que vivir en forma pacífica,más allá de los avatares propios de compartir espacios reducidos y de la convivencia propia del sedentarismo, es una utopía un anhelo, una endeble ilusión; "No podemos cambiar lo que somos" dijo el premio nobel de  paz Barack Obama atribulado luego de una de las tantas tragedias absurdas que se presentaron durante su gobierno relacionadas con tiradores espontáneos, armados hasta los dientes que deciden cualquier día descargar su furia, su desprecio, su infelicidad ante multitudes inermes sin mediar motivo alguno.

"Las armas son instrumentos de mala suerte"

Y es que la historia da cuenta de cómo las civilizaciones han vivido en permanente conflicto; desde los acadios hasta el imperio Británico pasando por el imperio Español (que sufrieron en carne propia nuestros antepasados) el sometimiento del hombre por el hombre es una constante en donde la violencia, la crueldad, la irracionalidad han campeado a sus anchas.

Para descifrar un poco este comportamiento hay que entender que la evolución del S.N.C. es conservadora, es decir que la base primitiva que controla funciones vitales  como el latido cardíaco y la función respiratoria no ha desaparecido (sería catastrófico si lo hiciera) sigue allí vigente, oculta, agazapada, encerrada en una frágil, quebradiza y precaria "prisión" que es violentada a discreción, a libre demanda. Este cerebro, responsable de la agresividad, la territorialidad y las jerarquías sociales lleva a cabo su función desde un sistema binario: "huye o pelea", no aprende de sus errores, no siente, no piensa, actúa; es ritualista, esclavizador, rígido, autoritario; se integra al sistema límbico encargado de manejar las emociones y al novedoso  cerebro "superior" dado por la corteza cerebral; si hacemos la analogía del viaje de la vida en cualquier medio de transporte, el cerebro primitivo viajaría en tercera clase, el sistema límbico en segunda y el exclusivo V.I.P. o palco de oro le correspondería a la corteza. Es dramática la diferencia entre ellos, el primitivo es increíblemente poderoso, arrogante e intransigente; el nuevo es delicado, de modales refinados, atento y ostentoso, pero frágil, pusilánime, medroso y timorato; ante situaciones de verdadero peligro no duda en ceder el mando y ocultarse; sin embargo es sofisticado cuando hace uso de herramientas de su ancestro como la falacia, la patraña, la calumnia.

"El arte de la guerra se basa en el engaño"

Y por último me refiero al imperio que nos domina, los Estadounidenses que pregonan ser protectores a ultranza de la libertad, defensores de los derechos humanos, adalides de la justicia; sin embargo la tecnología de la cual son artífices que hace expedita la información, que esculca en los más recónditos rincones de la tierra le ha mostrado su lado oscuro y ha confirmado lo que durante tanto tiempo hemos sospechado es inevitable: que para someter, para imperar hay que despojar, arrasar, asesinar, espiar. "El reptil siempre gana". Los documentos secretos filtrados en la Web dan cuenta de ello. En estos momentos los Norteamericanos luchan La guerra del Petróleo, aquella que comenzaron a preparar hace 70 años acomodando en el terreno a un aliado confiable (Estado de Israel) y en la que participan otros estados acomodados que no quieren permitir que su estilo de vida obscenamente suntuoso, opulento, profuso, baje una línea. En este contexto arrasan todo lo que se interponga en su camino y llevan al extremo a seres humanos oprimidos que recurren a medidas desesperadas ante la abrumadora desventaja.

"La guerra es de vital importancia para el estado, es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del imperio, es forzoso manejarla bien"