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martes, 27 de diciembre de 2011

SEMBRANDO ESPERANZAS

Con el final de la adolescencia se perfila y se hace cada vez mas fuerte la necesidad de elegir o al menos bosquejar lo que será nuestro proyecto de vida; con una gran carga de inconciencia, con un accionar primordialmente instintivo, calculamos nuestras fortalezas y debilidades, nuestros gustos y nuestros temores y entonces actuamos en consecuencia.

Como resultado de esta premisa, hace treinta años supe lo que tenía que hacer y me preparé para ser un sembrador de esperanzas, de sueños, un sembrador de ilusiones.

Entonces comencé, sabedor de que esta empresa duraría gran parte del resto de mi vida y sin tener la certeza de que funcionaría (nadie la tiene) mi columna se dobló y desde entonces día a día siembro esperanzas, cultivo sueños, custodio ilusiones, sin descanso, sin levantar la frente buscando en el horizonte el final del campo arado, el sudor es mi inseparable aliado y la fe, el alimento inagotable al alcance de mi mano.

En ciertos momentos he percibido la soledad en medio de la abrumadora extensión; he divisado a lo lejos figuras que apenas distingo a quienes desafortunadamente no pude contagiar de mi entusiasmo y no pudieron entender mi esfuerzo; pero con frecuencia, he visto otras manos curtidas por el trabajo diario al lado de las mias arando la tierra; juntos, ignoramos el dolor de nuestras pieles laceradas y las curamos con balsamo de sonrisas y optimismo, y sin decirnos nada, cruzamos nuestras miradas y dirigiendo nuestros ojos a la inmensidad del cielo agradecemos a la divina providencia el habernos proveído de almas vigorosas y entusiastas.

Aún no he acopiado mi primera gran cosecha, pero algunos árboles lucen promeseros y de sus hojas brota un dulce rocio, suficiente para calmar la sed y desbordar de alegría cada rincón de mi espíritu; otros mas pequeños, lucen vivaces, alegres, coloridos e increíblemente hermosos.

! Que linda esta la Huerta !

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