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miércoles, 4 de diciembre de 2019

EUROPA, LA GRAN AVENTURA

Las vacaciones de verano del 2019 tuvieron a Europa como destino, habíamos planeado el viaje con suficiente antelación y Samantha nos acompañaría; todo comenzó en España, con los paisajes aéreos característicos de las comunidades del centro y sur; Castilla la mancha y Castilla León comparten con Extremadura y Andalucía terrenos poco poblados de vegetación, vistos por primera vez en los paisajes dibujados en una edición infantil de don Quijote, de los años 70, frecuentes olivares y un color amarillo-terroso característico; Madrid no me impresionó a decir verdad; Hermosa si Toledo, con su señorío medieval y su elegante cinturón de agua que le ofrece el rió Tajo. Camino hacia el norte, buscando el golfo de Viscaya, el paisaje cambia mostrando frondosos pinares que regalan  una tonalidad verde, hasta el momento ausente; llegamos a San Sebastián, linda ciudad con una oferta gastronómica versátil y colorida.
Pasamos a la romántica y glamurosa Francia, Bordeaux nos dio la bienvenida, allí fuimos conducidos por la música latina hacia una reunión  con ritmos  familiares, un pequeño camión tenía como nombre Macondo y ofrecía comida típica Colombiana. Luego París, que atrae y enamora, parece una frase de cajón, pero todos percibimos algo especial, incluso Samantha a sus ocho años responde sin lugar a dudas que fue lo mejor del extenso recorrido. La torre, los campos Eliseos, la margen del rió Sena con sus rincones románticos y sus barcos abiertos a la noche. Impresionante la visita al palacio de Versalles, fastuoso, elegante, arrogante, imponente, si el propósito era hacerte sentir minúsculo, es el lugar preciso.
Aspecto negativo: cantidad de inmigrantes sin hogar, buscando refugio a la sombra de cada puente disponible.
Luego a Bélgica, ya tenía referencias por parte de Julio Cesar de Brujas otra ciudad de espíritu medieval y resultó realmente linda. Holanda con sus canales, puentecillos  y macetas multicolores, acompañados de un gran surtido de carnes frías, viandas y bebidas en cada rincón visitado. 
Ya en Alemania, cruzamos los bosques de la baja Sajonia, para llegar a Hanover y luego Berlín, bajo una llovizna pertinaz; se respira historia en el arco de Brandenburgo; a lo largo del muro y en AlexanderPlatz. Sobrecogedora sensación al llegar al monumento al holocausto y sumergirse entre los bloques de piedra fríos, monótonos  e impersonales llenos de soledad, silencio y desesperanza.

Llegar a Praga es hermoso, contemplarla desde el rió Moldava, es una de las postales que quedan en la memoria; ahora, tóxico el turismo; marejada de seres humanos, recorriendo estrechos, hermosos y  empedrados senderos.
Espléndida la margen del Danubio, quizás el paisaje mas hermoso del recorrido, debo volver y caminar sus senderos y disfrutar de un mágico verano.
Entonces llegamos a Italia, Venecia con sus canales, el puente de los suspiros y las góndolas con sus gondoleros; la grandiosa Roma con sus ruinas e historia inigualables.
De regreso a Francia, la Costa azul, Mónaco, Avignon con sus campos de lavanda y de nuevo a España,  Valle de Monserrat, Barcelona y retorno a Madrid.

Mi temor era la duración del paseo, 24 días para una niña de 8 años es un enorme desafío, pero Samantha pudo superarlo.

Era una tarea que tenía pendiente.

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