Pasamos a la romántica y glamurosa Francia, Bordeaux nos dio la bienvenida, allí fuimos conducidos por la música latina hacia una reunión con ritmos familiares, un pequeño camión tenía como nombre Macondo y ofrecía comida típica Colombiana. Luego París, que atrae y enamora, parece una frase de cajón, pero todos percibimos algo especial, incluso Samantha a sus ocho años responde sin lugar a dudas que fue lo mejor del extenso recorrido. La torre, los campos Eliseos, la margen del rió Sena con sus rincones románticos y sus barcos abiertos a la noche. Impresionante la visita al palacio de Versalles, fastuoso, elegante, arrogante, imponente, si el propósito era hacerte sentir minúsculo, es el lugar preciso.
Luego a Bélgica, ya tenía referencias por parte de Julio Cesar de Brujas otra ciudad de espíritu medieval y resultó realmente linda. Holanda con sus canales, puentecillos y macetas multicolores, acompañados de un gran surtido de carnes frías, viandas y bebidas en cada rincón visitado.
Espléndida la margen del Danubio, quizás el paisaje mas hermoso del recorrido, debo volver y caminar sus senderos y disfrutar de un mágico verano.
Entonces llegamos a Italia, Venecia con sus canales, el puente de los suspiros y las góndolas con sus gondoleros; la grandiosa Roma con sus ruinas e historia inigualables.
De regreso a Francia, la Costa azul, Mónaco, Avignon con sus campos de lavanda y de nuevo a España, Valle de Monserrat, Barcelona y retorno a Madrid.
Mi temor era la duración del paseo, 24 días para una niña de 8 años es un enorme desafío, pero Samantha pudo superarlo.
Era una tarea que tenía pendiente.
De regreso a Francia, la Costa azul, Mónaco, Avignon con sus campos de lavanda y de nuevo a España, Valle de Monserrat, Barcelona y retorno a Madrid.
Mi temor era la duración del paseo, 24 días para una niña de 8 años es un enorme desafío, pero Samantha pudo superarlo.
Era una tarea que tenía pendiente.

No hay comentarios:
Publicar un comentario