Al ingresar había una pequeña sala decorada con muebles tapizados con pieles de cebra y leopardo, un plasma y una pequeña puerta, al fondo el comedor con no mas de 5 mesas bien presentadas, con un vino tinto chileno de centro, 4 copas grandes y dos platos por mesa, una temperatura agradable y una musica muy pertinente, las paredes pintadas de blanco contrastaban con el color café del maderamen y grandes cuadros negros en el piso, en el centro, una pintura mostraba un enorme toro de lidia color azabache.
Pedimos una entrada de lechugas y frutos del mar en vinagre balsámico, el plato fuerte elegido por Geo fue una mero con setas y salsa de camarones, yo elegí unos langostinos crocantes en miel de coco; la presentación era impecable y el sabor extraordinario, no recuerdo haber disfrutado de algo parecido; con un suave y delicioso jugo de mandarina finalicé el tercio.
Samantha nos acompaño, se comportó muy bien y disfrutó de su manjar lacteo.
Delicioso....se los recomiendo.

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