
Ayer, 20 de Julio, dia de la independencia de Colombia, Raul, un colega, el mayor retirado Torres, un vecino y el suscrito decidimos salir a ejercitarnos; el plan inicial era realizar un recorrido tradicional de cerca de 25 km, llegando al "paso del mango" sitio en el cual el rio tiene una pequeña caida de agua dando lugar a un espacio propicio para el baño y la recreación, al llegar allí, Raúl propuso continuar por un camino que habíamos transitado un par de veces, el trayecto era muy accidentado y no permitía el uso de la bicicleta, encontramos a un lugareño quien nos informo que a 20 minutos de allí, había una hermosa cascada. Nos animamos a continuar, eran casi las 8 de la mañana, 40 minutos después encontramos la cascada, una vigorosa caida de 15 metros con un gran caudal que me generó mucho temor y respeto, no quise bañarme, nadie lo hizo.
Al intentar retomar el camino me doble el tobillo izquierdo al pisar una piedra suelta en el rio, sentí mucho dolor y mucho temor, pero tenía que continuar. En este sitio encontramos a otro lugareño a quien preguntamos a donde conducía la ruta que llevávamos; "si continúan salen a Hirokasaka, un resguardo indígena que anteriormente habíamos transitado, con un camino amplio en mejores condiciones; dado lo tórpido del reciente ascenso, decidimos continuar. Mala decisión, como nos había advertido nuestro último asesor de ruta, el camino era de herradura, con empinadas cuestas y agudas bajadas, desde allí, transitamos mas de tres horas con las bicicletas al hombro, a mitad de este trayecto le dije a Raúl una frase que selló nuestra jornada: "prefiero la incertidumbre de la subida a la certeza de la bajada" como respuesta a la pregunta de que hacíamos.
Pasadas las 11:30 encontramos una casa, con un amplio porche y una panorámica hermosa de la sierra, cerca, sembrados de café, platano y aguacate. Pero no había nadie, descansamos un poco, como agravante no llevamos liquidos ni comestibles porque al salir temprano, no encontramos lugar para comprarlos. Comimos algunas naranjas muy ácidas y tomamos agua de un arroyo cercano.
Descansamos un poco, pero decidimos continuar al ver a lo lejos lo que parecía una carretera. El sendero se hizo mucho mas dificil, mas empinado y estrecho, subíamos y de inmediato había que bajar, nadie lo decía pero por nuestras mentes pasaba la idea de abandonar las bicicletas, a esa altura mucho mas pesadas e incómodas, me detuve a mitad de una cuesta, cerca de un almácigo de cafetales protegido por un polisombra, el sol brilló durante toda la jornada, sabía que no debíamos seguir y ahora el desafío se había multiplicado por tres. Regresar, totalmente exhaustos, sabiendo que las próximas tres horas había que hacer el duro camino de regreso.
Me veía como el mas agotado de los tres; cuando nos juntamos, Raúl había conseguido tres mangos que devoramos rápidamente, El sentía calambres que lo dejaban en el suelo; sin discutirlo, comencé el descenso, lo hice muy rápido, tomando un segundo aire, regresaron las energías y cada determinado tiempo, esperaba a mis dos compañeros. Encontré guayabas maduras que me parecieron una delicia. El agua no era problema, con frecuencia encontrabamos riachuelos de agua cristalina. " En la primera tienda que veamos paramos" me dijo Raúl. A las 4 de tarde llegamos a una tienda y devoramos lo que encontramos. Terminamos con lo justo, agotados y muy adoloridos, lacerados por la hortiga, con el dorso "quebrado". Ahora lo que mas me duele es el tobillo, el movimiento es limitado, me duele mucho la espalda, las manos y el cuello, no pude asistir al trabajo, trataré de recuperarame, de algo estábamos seguros, ese recorrido no se repetiría.