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martes, 26 de julio de 2011

ALVARO JOSE ARROYO


En la mañana de hoy falleció Alvaro José "Joe" Arroyo, uno de los cantantes colombianos mas brillantes de todos los tiempos, mi temprana adolescencia estuvo acompañada por su música:
Tania, cancion dedicada a su hija que luego moriría muy joven, El Caminate, Confundido, el Ausente fueron temas que no olvidaré, pero era solo el comienzo de lo que luego vendría: La Rebelión, La Noche, Mary, Abandonaron el campo, a mi Dios todo le debo, son algunos de los éxitos inolvidables del "Joe". Hay uno que me gusta en particular, dice: "Mamá, hay Mamá, que bello sueño tuve ayer, Mamá pero mi Mama, yo me volvía a enniñecer, ibamos juntos los dos, en un gran barco de papel, donde yo era el capitan en el pais de la ilusión y que orgullosa estabas tu..."
Lo quiero recordar en el cenit de su vida, un moreno fornido, con un afro bien cuidado, elegante, con una voz aguda y potente, durante la década de los 80 y parte de los 90, fue rey indiscutido de la música caribeña Colombiana.

Hace cuatro años lo ví en un escenario, sentí mucha pena, estaba impecablemente vestido, pero su mirada era inconsecuente con su entorno, sus movimientos eran lentos, su voz no tenía la potencia de antes, me abrí paso entre la multitud, me acerqué a la tarima y tomé un par de fotografías, presentía desde entonces que no viviría mucho tiempo.

El 26 de Julio en las horas de la mañana, su vida se acabó, luego de una ardua lucha contra la muerte, a quien desafiaba permanentemente y había burlado durante muchos años. Estoy de acuerdo con quienes afirman que tuvo el funeral que el hubiera querido, una gran multitud se acercó a la catedral metropolitana, desafiando los 37 grados de temperatura, consecuentes con su inconfundible impronta; cuentan que el aire al interior de la iglesia era irrespirable, el calor, el aroma sebáceo, el vaho producto de sudores y humores, mas la amalgama de alientos resultantes de gritos y cánticos, rasgaban, arañaban, laceraban las mucosas respiratorias de quienes se resistían a abandonar el recinto, sabedores de su compromiso con quien rebosaba sus almas y espíritus con una indescriptible alegría, con un gozo nutricio sin el cual probablemente les hubiera sido imposible sortear los desafíos de su diario y duro vivir. Esa multitud, lo acompañó durante una caminata de mas de 10 kms, cantando, bailando, llorando y sufriendo, porque el llorar, el sufrir, el sentir en carne viva y propia el dolor de sus tragedias, es tan necesario para el ser humano como el saboréo y disfrute del mas grande de los placeres, como la emoción extrema por la inesperada bienaventuranza.

El campo santo quedo destrozado por la fuerza incontrolable de la gente que lo sentía suyo, como se siente al ser que se ama, como se siente lo que se posee, lo que se domina o lo que nos domina, lo que con esfuerzo creamos, lo que con esmero ganamos, lo que con angustia añoramos, lo que nunca logramos. En las almas de muchos de esos seres, se hospedó en esos momentos el temor y la incertitumbre de su ausencia, de lo desconocido, el desamparo y la desesperanza por no tener nunca mas el bálsamo hasta hoy siempre a su alcance producto inexplicable de su presencia.

Su vida fue un torbellino de emociones, explosiva, como el sabor de sus melodías, intensa como el sonido de sus tambores, de su trombón y sus trompetas: los solos de piano son inolvidables, el ritmo de la cumbia cobra vida en su interpretación. Dios te bendiga, te agradezco por alegrar mi vida con tu enorme e inagotable talento, ese mismo que hizo brotar de mi alma estas sentidas palabras.

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