Cuando se mira la literatura latinoamericana a través de las obras de algunos autores contemporáneos unos y no tanto otros nos acercamos un poco a descifrar las proporciones, la dimensión de la narrativa de García Marquez; digo esto desde mi posición de lector incipiente y para nada experto en literatura. Es increíble la capacidad que tiene para transmitir la sensación de la que escribe, no solo de los personajes, también del entorno y las circunstancias; puedes percibir con facilidad la tragedia, la soledad, la desesperanza, el infortunio, la agonía y en especial la tristeza de la vida y la muerte, invitada de "honor" en muchas de sus obras. Y es altamente probable que Aracataca, su pueblo natal en el departamento del Magdalena haya sido para el un manantial inagotable en donde encontró esas sensaciones, siendo aún niño, improntando su espíritu, embebiéndolo en esa mezcla insoluble de desasosiego y desconsuelo.
Al final la vida es una cuestión de nervios, de fibras y en "Gabo", las células del pensamiento escondieron el rencor de la injusticia, el color de la violencia y el cinismo del abuso, delineando sus sueños y encendiendo su pasión. "Las perezosas células del cerebro solo se encienden bajo el látigo de emociones penosas, ante la espuela del dolor y el espectáculo desolador de la miseria" dijo Ramón y Cajal en un discurso conmemorativo del natalicio de Cervantes
Conocí muy bien Aracataca, un pueblo humilde del Magdalena sin mayores ambiciones donde la pobreza camina altiva y soberbia por sus polvorientas calles; de niño pasábamos por allí para llegar a la finca del abuelo; y cincuenta años después no ha cambiado mucho como la mayor parte de los pueblos del Magdalena, la "vida "del pueblo se limita a la actividad, al meneo, al lleva y trae de la carretera que la parte en dos emulando a la desesperanza. En "Cataca" hay muy pocas fuentes de empleo, la primera está dada por los pocos cargos burocráticos de la administración local y la segunda brota de las inmensas extensiones de los terratenientes que son los mismos que se apropian de la conducción, regencia, manejo y distribución de los recursos del gobierno, apretando la tenaza lo suficiente para que no se suelten pero evitando la asfixia que los dejaría sin mano de obra y sin el favor democrático.
Pero no tengo Dudas que García-Marquez fue al menos un Cataqueño egoísta y mezquino con ese desdichado rincón olvidado que hace parte de lo que el catalogó alguna vez "ese cagadero llamado Colombia". Y no porque no le hubiera regalado una escuelita, un centro de salud o una cancha de fútbol, eso no le correspondía a El; la retribución (que realmente se la debía) pudo haber sido de tipo intelectual, pastoral, paternal, fraterna; pudo haber dejado allí migajas de su inconmensurable fama para regalarle a su pueblo una pequeña victoria para reavivar la esperanza, la certidumbre, la promesa. Promover la historia viva, recrear los pasajes de su obra, erigir la temática de la misma desde el pequeño y rústico espacio que lo vio nacer.
Sus paisanos lo respetamos y defenderemos su memoria sabedores que fuimos testigos del nacimiento, la vida y la muerte
de un prodigio de las letras.


