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sábado, 3 de septiembre de 2011

LAS PRUEBAS DEL ICFES

En un día de septiembre hace treinta años observé al rector del colegio San Luis Beltrán Fray Gustavo Trujillo, ingresar al curso, era medio día, comenzó dando las buenas tardes y ocupó el escritorio principal, traía en sus manos los resultados de las pruebas mediante las cuales el estado examina y clasifica a todos los bachilleres del país. Se veía satisfecho aunque hacía esfuerzos para no demostrarlo. Todos estabamos ansiosos, conocedores de la importancia de la prueba.

Comenzo por el mejor puntaje, Ariel Daza, uno de los dos mejores estudiantes durante todo el bachillerato, pero mejor persona aún, no hubo sorpresas, lo merecía. Luego el segundo: Oswaldo Pinedo, quien durante los últimos tres años se había destacado por una notable mejoría en su desempeño, de la mano de su gran capacidad para las matemáticas. "Tercero: Jose Abraham Jaramillo osorio", me sorprendí, mi primera reacción fue recostarme hacia adelante sobre la superficie de mi escritorio y mirar hacia atrás buscando a "los mios" fue una gran sorpresa, todos incluso Yo esperabamos a los históricos, a los que mes a mes acaparaban todos los honores, pero no, alli estaba, obteniendo un puntaje clasificado en la categoría superior.

Esto me permitiría competir por un cupo en las pocas universidades que en la costa ofrecían la carrera que yo quería estudiar; hasta ese momento nadie lo sabía, no lo había comunicado, no sabía como, todo era incertidumbre, no había recursos siquiera para iniciar, pero estaban la voluntad y una enorme capacidad de sacrificio como mis principales fortalezas....Ahora solo necesitaba un poco de suerte.

Era un buen estudiante, superaba los cursos sin angustias y ocasionalmente sobresalía y recibía reconocimientos y clasificaba entre los mejores del período, pero en un colegio estrato 6, todo se paga, mi grupo estaba conformado por otros"colados" pertenecientes a la clase popular que en general estaban identificados con el desorden, la indisciplina y el bajo rendimiento, eso no me ayudaba mucho.

Por esto todos me miraron, instintivamente supe que había iniciado un período trascendental en mi vida, que me permitiría cambiarlo todo. Ese día el camino de regreso a casa , un trayecto de algo mas de un kilómetro que había que hacer perpendicular al sol, sintiendo el crujir de cada uno de tus cabellos ante la incesante llamarada, observando como la piel se tuesta por unos lados y no por otros, percibiendo como tus pupilas se resienten ante la exagerada luminosidad y les es imposible ocluirse un milímetro mas a riesgo de claudicar en su función, fue inolvidable, entonces parecía iluminar suave y elegantemente una calle de honor, donde todos me aplaudían y me animaban.
Le conté a Papá y a Mamá estaban contentos pero supe que no comprendian del todo el alcance de la noticia.

Ese fue uno de los dias mas felices de mi vida, la emoción me embarga al recordarlo.

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