Hace unos 25 años, cuando vivía en Popayán, tuve la intención de conocer las Islas galápagos, dada la cercanía de la frontera con el Ecuador; sin embargo el presupuesto del viaje en avión desde el continente a las Islas me impidió hacerlo. Estaba entre mis destinos pendientes.
Mas que un viaje de vacaciones, fue un escape, sin planificación adecuada y algo improvisado. Encontramos un plan que se ajustaba al presupuesto y sin referencias lo tomamos; hubo que adelantar la fecha un par de semanas para ajustarse a la disponibilidad, pero tenía la ventaja de dos colegas que trabajaban en nuestro laboratorio y que podían cubrir gran parte de mis funciones.
El traslado aéreo fue inmejorable, con un sobresalto importante al dejar olvidado en casa el pasaporte; Julio Cesar "voló" y en hora pico, pudo llevarme el documento justo a tiempo.
Hubo muchos intermediarios en lo correspondiente a la parte terrestre lo que llevó a que se afectara la calidad del servicio; pero yo estaba resuelto a disfrutar del viaje, contemplar la naturaleza y hacer de este viaje algo inolvidable, como en efecto sucedió.
La primera dificultad surgió al llegar a otra Isla: San Cristóbal, ubicada a 100 km de Santa Cruz, la isla en donde se llevarían a cabo todas las actividades; tuve que tomar una lancha rápida que tardó algo mas de dos horas en completar su recorrido. Luego de eso visité el museo Charles Darwin y contemplé hermosas playas en donde propios y extraños practicaban "Surfing", viví la cercanía de la fauna y tuve una agradable experiencia practicando mi inglés con Alexandra, una joven turista Inglesa, que había recorrido Sur América en un viaje de aventuras difícil de igualar; por supuesto que hablamos del desierto de Uyuni en Bolivia, del camino Inca, de Chile, Argentina y claro, de Colombia, en donde había estado en Cartagena y Medellín; me preguntó si había visitado las minas en Potosí; le expliqué que mis vacaciones eran cortas, de alrededor de una semana, dada la dificultad de encontrar reemplazo en mi trabajo.Entonces visité Los Gemelos, unas formaciones geológicas similares a los Cenotes en México, con la diferencia de que el fondo estaba ocupado por flora silvestre y a diferencia de aquellos, se formaron por el colapso de la capa superior de túneles de lava. Contemplamos enormes tortugas en su entorno natural y vimos hermosos ejemplares bovinos y la abundancia de frutales, platanales, hortalizas y especies nativas y endémicas.
Playa tortuga o Tortuga Bay fue otro destino para contemplar aguas de diferentes tonalidades verde-azuladas y arenas que daban la impresión de ser harina de trigo. El agua estaba fría y el baño duró poco, pero pude contemplar iguanas, leones marinos y diversidad de aves que no temían la cercanía de tan peligrosos individuos...
Playa de los Alemanes y luego Las Grietas también fueron visitadas; estrechos espacios de unos pocos metros por donde penetra el agua de mar y forma piscinas naturales continuas en donde se observan peces de todo tipo nadando en las aguas transparentes. El guía habló en Ingles y pude entender gran parte de la conversación. La comida estuvo realmente deliciosa, con productos del mar increíblemente frescos y deliciosos; pude probar el emblemático Pez Brujo y sopitas de las cuales me traje algunas recetas; la comida del Pacífico volvió a decir presente cuando se trata de sabor y calidad, tal como sucedió en Chile y Perú.
Había contratado un tour adicional a la Isla Isabela, pero ese día, una protesta de transportistas (lancheros), impidió el zarpe de cualquier embarcación.
La calidad de vida de sus poco mas de 30.000 habitantes es excelente; ausencia casi total de contaminación e inseguridad (no hay cárceles) buen y variado clima desde los mil metros hasta el nivel del mar con un terreno obscenamente fértil, que les permite una excelente alimentación; mucha conciencia ecológica y turismo de alto poder adquisitivo, una fuente de empleo que parece estar lo suficientemente regulada, para minimizar el impacto sobre el entorno.
En resumen se cumplieron mis expectativas y disfruté de naturaleza plena, gastronomía local y mucha tranquilidad.





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