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domingo, 17 de julio de 2022

LAS ISLAS GALAPAGOS

 

Hace unos 25 años, cuando vivía en Popayán, tuve la intención de conocer las Islas galápagos, dada la cercanía de la frontera con el Ecuador; sin embargo el presupuesto del viaje en avión desde el continente a las Islas me impidió hacerlo. Estaba entre mis destinos pendientes.

Mas que un viaje de vacaciones, fue un escape, sin planificación adecuada y algo improvisado. Encontramos un plan que se ajustaba al presupuesto y sin referencias lo tomamos; hubo que adelantar la fecha un par de semanas para ajustarse a la disponibilidad, pero tenía la ventaja de dos colegas que trabajaban en nuestro laboratorio y que podían cubrir gran parte de mis funciones.

El traslado aéreo fue inmejorable, con un sobresalto importante al dejar olvidado en casa el pasaporte; Julio Cesar "voló" y en hora pico, pudo llevarme el documento justo a tiempo. 

Hubo muchos intermediarios en lo correspondiente a la parte terrestre lo que llevó a que se afectara la calidad del servicio; pero yo estaba resuelto a disfrutar del viaje, contemplar la naturaleza y hacer de este viaje algo inolvidable, como en efecto sucedió.

La primera dificultad surgió al llegar a otra Isla: San Cristóbal, ubicada a 100 km de Santa Cruz, la isla en donde se llevarían a cabo todas las actividades; tuve que tomar una lancha rápida que tardó algo mas de dos horas en completar su recorrido.

Luego de eso visité el museo Charles Darwin y contemplé hermosas playas en donde propios y extraños practicaban "Surfing", viví la cercanía de la fauna y tuve una agradable experiencia practicando mi inglés con Alexandra, una joven turista Inglesa, que había recorrido Sur América en un viaje de aventuras difícil de igualar; por supuesto que hablamos del desierto de Uyuni en Bolivia, del camino Inca, de Chile, Argentina y claro, de Colombia, en donde había estado en  Cartagena y Medellín; me preguntó si había visitado las minas en Potosí; le expliqué que mis vacaciones eran cortas, de alrededor de una semana, dada la dificultad de encontrar reemplazo en mi trabajo.

Entonces visité Los Gemelos, unas formaciones geológicas similares a los Cenotes en México, con la diferencia de que el fondo estaba ocupado por flora silvestre y a diferencia de aquellos, se formaron por el colapso de la capa superior de túneles de lava. Contemplamos enormes tortugas en su entorno natural y vimos hermosos ejemplares bovinos y la abundancia de frutales, platanales, hortalizas y especies nativas y endémicas.

Playa tortuga o Tortuga Bay fue otro destino para contemplar aguas de diferentes tonalidades verde-azuladas y arenas que daban la impresión de ser harina de trigo. El agua estaba fría y el baño duró poco, pero pude contemplar iguanas, leones marinos y diversidad de aves que no temían la cercanía de tan peligrosos individuos...

Playa de los Alemanes y luego Las Grietas también fueron visitadas; estrechos espacios de unos pocos metros por donde penetra el agua de mar y forma piscinas naturales continuas en donde se observan peces de todo tipo nadando en las aguas transparentes. El guía habló en Ingles y pude entender gran parte de la conversación. La comida estuvo realmente deliciosa, con productos del mar increíblemente frescos y deliciosos; pude probar el emblemático Pez Brujo y sopitas de las cuales me traje algunas recetas; la comida del Pacífico volvió a decir presente cuando se trata de sabor y calidad, tal como sucedió en Chile y Perú.

Transitamos un túnel de lava de mas de 400 metros de largo, también visité Garrapatero, una playa localizada a 40 minutos del malecón, muy parecida a "Siete Olas" en Neguange, con paisajes estupendos, ausencia de público y una playa segura para darse un chapuzón.

Pude notar cultura ciudadana, prioridad para peatones y ciclistas, ciclovías de hasta 22 km que comunican una ciudad a otra y trato amable. Por supuesto, se nota la presión inflacionaria fruto del turismo de primera de Europeos y Norteamericanos

Había contratado un tour adicional a la Isla Isabela, pero ese día,  una protesta de transportistas (lancheros), impidió el zarpe de cualquier embarcación.

La calidad de vida de sus poco mas de 30.000 habitantes es excelente; ausencia casi total de contaminación e inseguridad (no hay cárceles) buen y variado clima desde los mil metros hasta el nivel del mar con un terreno obscenamente fértil, que les permite una excelente alimentación; mucha conciencia ecológica y turismo de alto poder adquisitivo, una fuente de empleo que parece estar lo suficientemente regulada, para minimizar el impacto sobre el entorno. 

En resumen se cumplieron mis expectativas y disfruté de naturaleza plena, gastronomía local y mucha tranquilidad.




 

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