Una
de las teorías (que, hay que aclarar, tiene una calidad de la evidencia muy baja)
hace referencia a “el demonio de la noche”; una vez finalizada la charla, me di
a la tarea de investigar un poco al respecto.
Íncubo,
el demonio de la noche, es una criatura que hace parte de la mitología de la
Europa medieval cristiana, un espíritu maligno que se apodera de los hombres
para acosar y tener relaciones sexuales consensuadas o no, con mujeres mientras
duermen. Con frecuencia engendraban hijos híbridos con humanas denominados “Cambiones”, seres
desleales que se vendían al mejor postor, y cambiaban de bando sin sonrojarse (como
algunos padres de la patria)
El individuo poseído se transforma en un amante excepcional que por razones obvias conoce perfectamente a cada una de sus víctimas, sus fantasías más oscuras, todo lo que las seduce, los halagos soñados, las caricias deseadas, atributos fascinantes que, a diferencia de lo que expresaba M. Kundera, se convierten en una promesa de coito garantizada.
El
Íncubo succiona la energía corporal de la víctima para de esta forma hacerse más
fuerte; la desventurada por el contrario permanece exhausta, sus instintos han
sido saciados y no necesitará el contacto con la húmeda carne durante un tiempo
prolongado e incierto; no son pocas las doncellas para las cuales es suficiente y el resto de su existencia se basta con el
recuerdo de esa noche.
Todas
lo describen igual, ojos color miel, cuerpo atlético y seductor, voz profunda
(tipo Barry White), carismático, de piel tersa, con una sonrisa hermosa y en la
mano derecha una pulsera de acero; además un collar con un dije que representa
su instinto animal que lo mantiene anclado al reino de los mortales.
El íncubo contemporáneo tiene otras características; recibe un nombre de fantasía, dulce al paladar y la imaginación (aunque es el principal instrumento del demonio llamado Diabetes), cabellera plateada pero puede estar ausente, piel bronceada; sus manos han sido suavizadas, lustradas por el repetitivo contacto con el dinero, no pocas veces aloja un diseño de sonrisa que contrasta con un perímetro abdominal que dista de los parámetros permitidos por los estándares de la belleza contemporánea. Tiene una gran facilidad de desplazamiento por aire y tierra e invariablemente guarda en su bolsillo una pequeña tarjeta que parece tener poderes infinitos.
De esta forma, los hombres casados, que siguen siendo mayoría, al entrar en la
edad madura, más específicamente el decenio 50-60 se convierten en las víctimas
preferidas de los despiadados íncubos, los cuales toman su forma corpórea y los
conducen en el arte de la seducción y como
estos infames demonios tienen un tropismo fácilmente explicado por el grupo etario
femenino 20-25 en donde el VPH reina a discreción, aparece la reinfección en
sus respectivas esposas. Hay certeza de que la prosperidad económica de los
caballeros es un factor necesario, con una gran fuerza de asociación (factor
independiente que llaman) para la elección del maligno, que puede prolongar la
edad de los cuerpos seleccionados para
la posesión; séptima, octava y novena décadas incluidas.
La
mitología está cargada de sabiduría popular fruto de la experiencia de muchos
años; hay que escudriñarla a fondo, penetrar en sus entrañas, llegar hasta los últimos rincones para tratar de encontrar su semejante contemporáneo, su correlativo existencial; otras
veces oculta metáforas cargadas de enseñanzas procesadas magistralmente para
ser aceptadas por cualquier entendimiento.
Sigo
buscando una evidencia de mejor calidad que me explique ese inoportuno e indeseado
repunte del ingrato virus…



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