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domingo, 11 de junio de 2023

ÍNCUBO, EL DEMONIO DE LA NOCHE

 


En una charla relacionada con el impacto que tiene la infección por el virus del papiloma humano en las mujeres, me encontré con una gráfica que me pareció en extremo interesante; como era de esperarse, la prevalencia es muy alta alrededor de los 20-25 años, lo cual se corresponde con el advenimiento de las relaciones sexuales y la historia natural de la enfermedad; pero aparece un segundo pico de menor intensidad en el grupo de 45-54 años para el cual no se ha encontrado una explicación convincente.

Una de las teorías (que, hay que aclarar, tiene una calidad de la evidencia muy baja) hace referencia a “el demonio de la noche”; una vez finalizada la charla, me di a la tarea de investigar un poco al respecto.

Íncubo, el demonio de la noche, es una criatura que hace parte de la mitología de la Europa medieval cristiana, un espíritu maligno que se apodera de los hombres para acosar y tener relaciones sexuales consensuadas o no, con mujeres mientras duermen. Con frecuencia engendraban hijos híbridos  con humanas denominados “Cambiones”, seres desleales que se vendían al mejor postor, y cambiaban de bando sin sonrojarse (como algunos padres de la patria)

El individuo poseído se transforma en un amante excepcional que por razones obvias conoce perfectamente a cada una de sus víctimas, sus fantasías más oscuras, todo lo que las seduce, los halagos soñados, las caricias deseadas, atributos fascinantes que, a diferencia de lo que expresaba M. Kundera, se convierten en una promesa de coito garantizada.


El Íncubo succiona la energía corporal de la víctima para de esta forma hacerse más fuerte; la desventurada por el contrario permanece exhausta, sus instintos han sido saciados y no necesitará el contacto con la húmeda carne durante un tiempo prolongado e incierto; no son pocas las doncellas para las cuales es suficiente y el resto de su existencia  se basta con el recuerdo de esa noche.

Todas lo describen igual, ojos color miel, cuerpo atlético y seductor, voz profunda (tipo Barry White), carismático, de piel tersa, con una sonrisa hermosa y en la mano derecha una pulsera de acero; además un collar con un dije que representa su instinto animal que lo mantiene anclado al reino de los mortales.


El íncubo contemporáneo tiene otras características; recibe un nombre de fantasía, dulce al paladar y la imaginación (aunque es el principal instrumento del demonio llamado Diabetes), cabellera plateada  pero puede estar ausente, piel bronceada; sus manos han sido suavizadas, lustradas por el repetitivo contacto con el dinero, no pocas veces aloja un diseño de sonrisa que contrasta con un perímetro abdominal que dista de los parámetros permitidos por los estándares de la belleza contemporánea. Tiene una gran facilidad de desplazamiento por aire y tierra e invariablemente guarda en su bolsillo una pequeña tarjeta que parece tener poderes infinitos.

De esta forma, los hombres casados, que siguen siendo mayoría, al entrar en la edad madura, más específicamente el decenio 50-60 se convierten en las víctimas preferidas de los despiadados íncubos, los cuales toman su forma corpórea y los conducen  en el arte de la seducción y como estos infames demonios tienen un tropismo fácilmente explicado por el grupo etario femenino 20-25 en donde el VPH reina a discreción, aparece la reinfección en sus respectivas esposas. Hay certeza de que la prosperidad económica de los caballeros es un factor necesario, con una gran fuerza de asociación (factor independiente que llaman) para la elección del maligno, que puede prolongar la edad de los cuerpos seleccionados  para la posesión; séptima, octava y novena décadas incluidas.

La mitología está cargada de sabiduría popular fruto de la experiencia de muchos años; hay que escudriñarla a fondo, penetrar en sus entrañas, llegar hasta los últimos rincones para tratar de encontrar su semejante contemporáneo, su correlativo existencial; otras veces oculta metáforas cargadas de enseñanzas procesadas magistralmente para ser aceptadas por cualquier entendimiento.

Sigo buscando una evidencia de mejor calidad que me explique ese inoportuno e indeseado repunte del ingrato virus…


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