Hace mucho tiempo que no subia a La Lisa, desde el 17 de Mayo del año anterior, cuando enfermè seriamente, no trepaba sus cuestas; Hoy lo hice, el dia estaba esplèndido, soleado y despejado, la temperatura era agradable y soplaba una suave brisa que estaba a mi favor y me ayudaba en la remontada. El camino estaba en mal estado, pero no tal mal como esperaba, se podìa transitar aunque con mucho cuidado.Comenzando el ascenso me alcanzò "El Pechichòn" con su acostumbrada clientela que parece mas una familia. El agua estaba por todas partes, habìa pequeños arroyos fruto de la emesis de la tierra y de la insuficiencia de las raices del bosque para almacenar mas liquido. Con mucho cuidado fui ascendiendo, lentamente, habìa reservado todo el dìa para disfrutar del paseo, descansaba y en las cuestas mas empinadas caminaba; no estaba en forma para ascender como lo hacìa anteriormente, estaba solo, disfrutaba de la soledad y escuchaba sus consejos.
Ya en La Lisa, encontrè el rio mas claro de lo que esperaba, con mayor caudal y un verde un poco mas intenso, el flujo era mucho mayor y habìa tantas burbujas en el agua que esto
y seguro que la fòrmula natural del agua estaba quìmicamente invertida; Disfrutè del baño y me recostè durante un momento; entonces pude ver grandes troncos en lo alto de las rocas y las huellas del agua en las pétreas paredes que lo demarcan, recordatorio atemorizante de lo feroz que puede ser la naturaleza.Cuando regresaba, sin saber cuanto tiempo permanecì allì, se me acercò un niño de siete años y me saludò, me dio la mano derecha y comenzamos a hablar, me contò de sus escuela, de sus maestros, de su padre que se ganaba la vida aserrando arboles y vendiendo madera; le gustò mi bicicleta y me dijo que desde hace tiempo su papà le prometiò una que aùn esperaba. Estaba cambiando sus dientes, lucìa vivaz y amigable, se expresaba bien, con claridad, estaba descalzo y su ropa mostraba indicios de rebeldìa contra el jabòn. Le dije: En casa tengo una bicicleta que mi hijo mayor no utiliza, te la voy a traer. Sus ojos se iluminaron, asumo que su frecuencia cardìaca cambiò, ya no se expresaba tan claramente, las ùltimas palabras, atropellaban a las primeras sin dar ningùn tipo de excusa ni explicaciòn. Hizo enfasis en como llegar a su casa detallando la vìa principal y una vìa alterna, por si acaso; Describió las caracterìsticas de su vivienda, los nombres de sus vecinos y no menos importante, me dijo que preguntara por Kevin Andrès Nieto.
Mañana tengo pensado llevarle la bicicleta, luego les cuento como me fuè.

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