Tal vez lo mejor de ser un niño es la relación que se entabla con el hecho imperceptible de existir, el tamaño del mundo, la increible conformidad con lo que te da la vida y como en la canción de Mercedes Sosa, estas abrumadoramente, obnubiladamente e irracionalmente agradecido con lo que te ha dado. Tus padres, tus amigos, el techo que te protege, lo que te alimenta.Aunque cada dia nuestro entorno y nosotros mismos hacemos grandes esfuerzos por reducir el tiempo en el que los niños deben comportarse como niños, cada generación se asombra mas que la anterior de su precocidad y cuando iniciamos el tránsito del corto sendero por el cual abandonamos esa hermosa etapa, al mismo tiempo vamos abandonando la percepción inicial, entonces comenzamos en serio el proceso de almacenamiento de recuerdos que luego deberíamos utilizar como herramienta para alcanzar los objetivos propuestos.
Mis recuerdos comienzan alrededor de los 9 años, con algunas excepciones; uno de ellos es el Corn Flakes, cuando mi Papá lo llevava a casa era una señal de que se había ganado algunos pesos, otro indicador confiable era la mortadela adquirida en el "Panamericam" ubicada entonces al lado del teatro variedades, entonces yo percibía un cambio en el entorno del hogar, hoy diría bajaba la tensión y el estres de la incertidumbre, Papá no tenía entonces un empleo estable.
Nunca supe el porque de esa elección, la mortadela tenía una obvia explicación, era deliciosa, los cigarrillos "Camell" y las novelas de Marcial Lafuente Estefanía probablemente estaban relacionadas con el gran auge de las películas del oeste, tal vez por esa razón tambien tenía un revolver con el cual disparaba al aire los 31 de Diciembre luego de librarse en "duelo de Fuerzas" con Mamá que trataba infructuosamente de impedírselo, pero para el citado cereal no encontré explicación.
Hoy, aunque la oferta de cereales es muy grande y variada, el "CORN FLAKES" hace presencia en nuestra despensa, afortunadamente con mayor certidumbre.

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