
A 30 minutos de la ciudad, viajando hacia el nororiente se encuentra Bahia concha, ubicada en el parque natural Tayrona, protegida de las corrientes y el oleaje del caribe por su forma semicirlular, resguardada por dos cortas e irregulares penínsulas.
La playa es extensa con arenas blancas en un extremo y doradas en el otro; el agua es cristalina todo el tiempo y cuando se va alejando, los colores cambian y dan lugar a un hermoso paisaje; casi todo el tiempo hay una suave brisa y el agua es un poco mas fria allí que en otras de las numerosas playas que encontramos a lo largo de las estribaciones de la sierra.
Cuando pequeños, acompañábamos a Papá quien tenía un bote de madera y pescaba los fines de semana; había sitios defindos en donde se encontraban ciertos tipos de peces; si queríamos pescar pargos, mi pescado favorito, había que navegar hasta el fondo de los pargos y utilizar un cordel especial con una buena pesa, que llevara la carnada hasta el fondo; si el objetivo era una sierra, teníamos que utilizar, idealmente una carnada viva que debía mantenerse a "media agua" pasando el anzuelo por el dorso de la carnada para permitir un movimiento natural de la misma; si la necesidad era de carnada, derramábamos algo de alimento disuelto, muy oloroso y utilizar una nasa, luego había que mentener viva la carnada en un pequeño estanque que algunos botes artesanales tenían incorporado. En general la pesca con carnada de fondo era de menor riesgo; con carnada viva y a media agua, era frecuente atrapar grandes unidades, sierran de mas de un metro de largo, que ejercían mucha fuerza sobre el cordel; era realmente emocionante cuando eso pasaba, el nylon sonaba como la cuerda de una guitarra en forma sostenida y amplificada, los otros tripulantes debían recoger todas sus líneas y mantener en el "plan"es decir en el fondo del bote, cualquier elemento que pudiera enredarse y estorbar; el tiempo de lucha era variable, 10 minutos en faenas cortas y algunas que podían tardar 40 y mas. Tambien era frecuente capturar tiburones de mediano tamaño (1 metro, metro y medio en promedio); el T. martillo se hacía presente con cierta frecuencia en esas labores. La pesca de fondo usualmente reprentaba peces de entre 1 a 5 libras, pero había que tener cuidado con las Morenas (Congrios) elementos anguiliformes de feroz apariencia; y es que entonces no usábamos caña; debíamos halar el cordel en forma vertical y solo sabíamos lo que habíamos enganchado cuando teníamos el pez encima de nosoros.
Debíamos trasladarnos en el bote hasta una playa cercana en donde vivía el señor Rojas, que tenía un muelle de madera y unos hermosos arrecifes coralinos, el trayecto es algo inolvidable, las aguas calmas e increiblemente trasparentes, dejaban ver el fondo que no estaba cerca, las piedras, los corales y peces de variados tamaños y colores, había diferentes tonalidades de verde y azul, yo me inclinaba e intentaba tocar el fondo con mis dedos.
En temporada de lluvias, el verde intenso de las colinas cercanas sirve de marco a tan preciado lugar; hacia el extremo norte de la playa la sombra de los trupillos se extiende hasta alcanzar el agua y proporciona un espacio maravilloso para el descanso, no hay como llegar allí un día de semana y disfrutar de la soledad y de la increible belleza del paisaje, cualquier sonido diferente al de la suave brisa, el ir y venir de las olas, el de los pájarillos, el de los saltos que dan los pequeños peces, o el de tus propios suspiros, es absolutamente inaceptable; dificilmente encontraran un mejor escenario para pensar, meditar y reflexionar.


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