Powered By Blogger

sábado, 9 de junio de 2012

MI GRITO Y LA ESPERANZA

Había dormido poco, compraba algo de  comer cuando al salir una anciana de piel tostada como la encina, me imploraba con lamentos graves que parecían mas estertores de muerte que le ayudara a calmar el hambre; en verdad la estaba consumiendo; intenté ignorarla con todas las fuerzas de mi voluntad, pero no pude hacerlo, desperté con desasosiego y no pude volver a conciliar el sueño, ante el deseo desbordante de regresar y pedir al dependiente que calmara su martirio.

Es difícil luchar contra la naturaleza, la razón con frecuencia, por ser razón, depone sus armas y es desbordada por la casi agelical súplica que emerge sin contención, de lo mas profundo del alma, esa súplica que recorre las entrañas y que escapa para tomar por un istante el control y que hace crujir el maderamen del timón, lacerando violentamente las aguas mansas o turbulentas que desafían el avance de la quilla.

Y como un viejo galeón  apoyado en sus vetustas velas rasgadas por el viento en contubernio peremne con la sal, ve pasar modernas naves impasibles a su entorno, indiferentes al suplicio de las olas que sangran ante su vertiginoso avance. Si, es un pesado lastre en la carrera Darwiniana y probablemente  mi tripulación no escape a él y deba asumir parte de la deuda.

Pero no puedo evitarlo, cuando siento que las bendiciones me desbordan y caen sobre mi humanidad como lluvia irreverente, violenta y rebelde, el deseo de gritar a quienes me rodean para compartir con ellos estos excesos,  supera el hecho de saber que al hacerlo, se me hace imposible respirar y la dicha se va transformando en angustia.  Entonces desesperadamente regreso  para abandonar el sueño y sumergirme en el océano, ilusionado con que esta vez si encontraré la llave que se nos extravió hace mucho tiempo, cuando la lujuria traicionó a la voluntad. Otras veces, tomo mi armadura y mi noble pero cada día mas agotado caballo y salgo sin los sabios consejos de Sancho, a recorrer áridas y calurosas tierras vestidas de azafrán, desafiando mounstros que no puedo ver, aunque se que estan allí. Pero la esperanza es obstinada y regresa una y otra vez a mi lado y me seduce y entonces lo intento de nuevo convencido de que algún día todos me rodearán y recibiran al menos parte del rocio, lo que para muchos será mas que suficiente para calmar sus penas.

Que hermoso Don he recibido! me regala a diario plenitud y satisfacción aunque cada amanecer los despojos de mis sueños sean lo primero que mis ojos vean.

No hay comentarios:

Publicar un comentario