Que mas quisiera Yo que fuera en el océano. en un velero; pero no, les hablo de el Departamento del Atlantico, debía desplazarme a diferentes municipios para realizar las prácticas, años 1987-1989; para llegar a Puerto Colombia, Sabanagrande, Baranoa, Santo Tomás, hay que tomar un bus interdepartamental; estos vehiculos tienen ciertas características que dan lugar a un fenotipo especial; en primer lugar son buses grandes, con sillas para tres personas a cada lado, dejando un estrecho pasillo para transitar entre ellas, el sistema de frenos es de aire, de tal manera que cada frenada, está acompañada de una exalación típica, son poseedores de un pito estruendoso, necesario para proyectar potencia y virilidad, están pintados con colores intensos, vibrantes, alegres, elocuentes y tienen en la parte frontal, lado superior su nombre de pila: El Gozón, Tu Papá, Destroyer, Kalimán El Combatiente el Nojoda son algunos ejemplos; no hay bus que se respete si no ha recibido el sagrado sacramento del bautismo; no se aceptan apelativos tales como La esperanza, Azucena, María Inmaculada ni nada parecido, sopena de caer en desgracia en el competitivo gremio, muy exígente en estos asuntos.
Pero lo mas importante en estos vehiculos es su equipamiento sonoro, hay que sentirlo para enterderlo o como dice el lema mas representativo del carnaval de Barranquilla hay que " vivirlo para gozarlo"
A propósito, la primera vez que subí a uno de estos buses no había puestos disponibles, era toda una odisea mantenerse en pié aferrado a los escasos tramos libres del único pasamanos ubicado en la parte central. Al iniciar el recorrido la velocidad aumentaba a la par con la intensidad del sonido, caigo en cuenta entonces que el tandem humano acomodado en cada uno de los numerosos asientos, se movía de atrás hacia adelante en sintonía con el ritmo musical, la armonía del movimiento era perfecta, cambié en varias oportunidades la perspectiva buscando alguna diacronía pero nada, los perfiles coincidían, la postura del cuerpo, la ubicación de las piernas, los brazos y las manos asidas a la parte superior de la silla de adelante. Ese extraño movimiento fue objeto de análisis por un largo tiempo, cuando hicimos una parada intermedia, intentaba aún comprender el motivo del excentrico ritual.
Aproveché un espacio libre al bajar uno de los pasajeros y me senté, cual no sería mi sorpresa cuando al reiniciar el recorrido rápidamente y sin poder evitarlo, Yo hacía parte de la sincrónica danza, había encajado perfectamente en aquella coreografía, que apenas estaba conociendo; entonces lo entendí todo, la potencia del sonido con sus notas bajas era la responsable del insólito movimiento, no podías hacer nada en absoluto para evitarlo. Salsa, merengue, vallenato, regetón y la sempiterna champeta determinaban el meneo, el ajetreo, la oscilación.
Creanme, cuando hacía mi primera consulta la inercia aún me dominaba. "es su primera vez en el bus" me preguntó la paciente "Si, es mi primera vez" le contesté.


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