A finales del mes de Noviembre del año 1982 recibimos grado como bachilleres del Colegio San Luis Beltrán de la ciudad de Santa Marta, 30 años después nos encontramos en el restaurante de Tito Murillo, uno de los graduados, para conmemorar con un almuerzo semejante ocasión. Llegué un poco tarde, pensé que la celebración sería durante la cena y no tuve tiempo para cambiarme, tampoco pude llevar las fotos y algunos recuerdos que como deben imaginarse guarda mi Madre. 25 fuimos los asistentes al llamado de Edgar Javier y su esposa.
Baco estaba presente, sonriente y cautivador, se preparaba para tomar el control de la situación, las cosas no habían cambiado mucho a pesar del tiempo, libaron quienes frecuentemente lo hacían en aquellos tiempos y se mantuvieron sobrios tranquilos quienes hacían lo mismo hace 30 años.
Entonces comencé a detallar cada instante del encuentro, a escuchar a cada uno de mis compañeros de antaño; no hay dudas, este es un país difícil para crecer, difícil para vivir, complicado para progresar, algunos no están con nosotros, fueron arrebatados a sus seres amados por la violencia imperante en nuestra historia republicana; refugiados mas allá de nuestras fronteras enviaban saludos, otros mostraban en su piel y en su alma la huella indeleble de la tragedia, la adicción a las drogas y el alcohol, la cuasi pérdida de la razón, la frustración del desempleo, el peso de sus decisiones se reflejaba en sus rostros, en sus sonrisas, en sus palabras, en sus abrazos, y en una que otra lágrima. No pocos contaban historias comunes de inseguridad robo, extorsión, violencia; entrada la tarde uno de los asistentes entregó la noticia de la liberación de un secuestrado ese mismo día, estudiante de nuestro colegio pero perteneciente a otra promoción.
Todos se apresuraban a decir algo que hacía 30 años querían decir, nadie pudo terminar una sola historia, no bien iniciaba un relato, alguien interrumpía para comenzar el suyo. La expectativa era enorme cuando se acercaba algún vehículo, todos querían dar a conocer la buena nueva del recién llegado. Recordamos a profesores muy queridos que guardan un lugar de privilegio en nuestros corazones, algunos fueron contactados telefónicamente y mostraron su alegría y regocijo.
Y las tendencias que entonces se perfilaban en términos generales se mantuvieron: quienes frecuentemente tomaban atajos para alcanzar sus objetivos lo siguieron haciendo, quienes estaban mejor preparados para enfrentar un medio hostil y una cultura de lo ilegal han transitado con relativo éxito por esos caminos, quienes tenían en ese entonces una concepción un poco mas romántica e idealista de la existencia, quienes aprendieron a ultranza aquello de cumplir las reglas, de premiar la honestidad, la gratitud, la lealtad, el respeto, dio la impresión de que seguían en la misma tónica. Quienes intentaron con buenas intenciones cambiar el curso de acontecimientos, enfrentarse a una cultura mafiosa incrustada en nuestro diario transcurrir, pagaron un alto precio por su temeridad.
Cuando el licor comenzaba a rasgar el alma de algunos y se insinuaban sentimientos ajenos al espíritu de la reunión me despedí de todos no sin antes darles un abrazo y agradecerles el haber hecho posible este encuentro inolvidable.


















